El regreso de Feliciano Palma
Después de varios años en La Araucanía, el empresario que protagonizó uno de los fraudes al fisco más sonados en los años ‘90 asegura que vuelve con todo para recuperar US$ 132 millones que le embargaron en la quiebra de Lozapenco, que fue alzada de 2020. “No cesaré hasta recuperar el último peso”, advierte.
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Estoy de vuelta", dice Feliciano Palma. "A mis 69 años no me he retirado y voy a volver", advierte el ex dueño de Lozapenco, protagonista estelar de uno de los mayores fraudes al fisco en los años '90. Habla desde Curacautín, en la región de La Araucanía, donde hace algunos años llegó a vivir con su madre Gladys Matus Norambuena en la céntrica calle Serrano.
Allí hace tres años la policía lo encontró oculto debajo de un colchón arrancando por otras causas de estafa: pagarés adulterados a bancos y falsificación de expediente judicial para obtener unas acciones de Gasco. Pero dice que todo eso "ya está arreglado". Echa mano al viejo dicho de que "la justicia tarda pero llega" para relatar que los juzgados han comenzado a fallar a su favor, porque según él, es inocente: a fines del año pasado se decretó el alzamiento de la quiebra de Industrias Lozapenco, lo que –asegura- le da pie para exigir la devolución de US$ 132 millones en depósitos que están embargados y poner fin a sus años de estrechez económica.
"No cesaré en seguir con los pleitos hasta recuperar hasta el último peso, que fue embargado en forma injusta. Todas las quiebras en las cuales era accionista o socio mayoritario fueron alzadas o sobreseídas", sostiene.
Se le oye animado y habla rápido. Su última pelea judicial fue con el BancoEstado al que demandó a mediados de julio del año pasado porque no lo dejaban usar la cuenta de su madre anciana en esa entidad, pese a que ella lo había autorizado a través de un poder. Palma recurrió de amparo económico contra el entonces presidente de la entidad, Sebastián Sichel, ahora presidenciable de Chile Vamos, porque según él la negativa del banco público a que él usara los productos que su mamá tenía contratados hacía inviable su actividad económica: una tienda en la calle Bernardo O'Higgins de Curacautín.
"Se vería impedida por su avanzada edad de concurrir hasta oficinas del Banco del Estado, para retirar las claves y mecanismos de autenticación necesarias para poder usar los productos financieros contratados con el Banco, con lo cual se estaría afectando la garantía constitucional de libre iniciativa en materia económica, ya que no podría disponer de sus fondos", fue el sustento de su reclamo.
La Corte de Apelaciones de Temuco rechazó el 23 de julio del año pasado en todas sus partes el recurso de amparo económico, pero Palma de todos modos llegó hasta la Suprema. Finalmente, el 6 de agosto de 2020, la Tercera Sala lo rechazó, sobre todo porque a ese momento ya le habían entregado acceso a todas las claves y operaciones de su madre. "Ellos me respondieron muy bien", dice ahora Palma.
Asegura que vive de su trabajo porque recalca que es ingeniero comercial de la Universidad de Concepción, pero comenta que todo el tiempo que puede se lo dedica por entero a su defensa. Estuvo 11 años preso y sostiene que no ha dejado ningún día de analizar y estudiar cómo recuperar su fábrica de lozas, que fue tan famosa a fines de los años '80 que hasta llegó a tener un club deportivo propio.
A través de la empresa Agrícola y Forestal Penco, Feliciano Palma exportaba a Estados Unidos palos de escoba, loza y otros productos con sobreprecios para obtener la restitución del Impuesto al Valor Agregado (IVA). Era un fraude al fisco, que le reportaba mensualmente alrededor de US$ 2 millones.
Se llamó "la estafa del siglo" porque la defraudación superó los US$ 46 millones de entonces.
Cuando lo descubrieron huyó a Argentina y después a Estados Unidos, desde donde fue extraditado en 1994. Le dieron 11 años de cárcel. Él mantiene su versión de la inocencia y de que se aprovecharon de él para desarmar su negocio, cuya caída dejó a un pueblo entero –Penco- sumido en una dura crisis. Casi toda la localidad vivía de la bonanza locera.
Pero en 2003, poco después de su liberación, Feliciano Palma volvió a caer en prisión por intentar cobrar un cheque falso. Se mantuvo alejado de la Justicia hasta 2013 y 2017, en que estuvo de nuevo en los medios por nuevos problemas: la última vez tenía una orden de aprensión por diversas estafas frustradas a bancos y un delito de estafa a Gasco por el uso de un instrumento público falso. Debía estar con arresto domiciliario total en el Hotel Intercontinental, en Vitacura, pero la PDI de Victoria detectó movimientos sospechosos en la casa de su madre. Y allí fue donde lo encontraron debajo del colchón.